Hace relativamente poco se estrenó una nueva película sobre Steve Jobs. El revolucionó nuestra cultura en cuanto a la forma en que nos comunicamos y escuchamos música. iTunes, iPod, iPhone, iPad han, literalmente cambiado la manera en que la gente vive, trabaja y piensa. Steve Jobs fue una leyenda. Sin embargo, había un área en la que Jobs reconocía tener una falencia. Steve Jobs era un hombre "privado", incluso para sus propios hijos.
"Quise que mis hijos me conocieran," cita de Jobs conseguida por el nominado al premio Pullitzer Walter Isaacson, cuando le preguntó al co-fundador de Apple a cerca del por qué autorizó una biografía abierta y completa luego de una vida tan privada casi ascética. "No estuve siempre ahí para ellos, Quise que ellos supieran por qué y entendieran lo que hice," le dijo Jobs a Isaacson durante su entrevista final en su casa situada en Palo Alto, California.
Millones han obtenido beneficios por la creatividad de Jobs mientras sus propios hijos debieron esperar una biografía para conocer un poco más a su padre. Casi siempre nos beneficiamos de pérdidas ajenas, aún sin percatarnos de que así es. ¿Quién de nosotros se sentiría cómodo diciéndole a Jobs que sacrifique la relación con sus hijos para que pudiéramos tener un iPhone?. Como no conocimos a Steve Jobs, no tuvimos esa opción.
Muchos de los beneficios de la vida moderna han llegado a precio de familias y matrimonios rotos. Mucha de la música que alegra nuestra vida ha surgido del lápiz de un artista con problemas. Estrellas de películas capturan nuestro afecto en la pantalla, pero su vida personal sólo es un triste testimonio de una adoración a sí mismos.
Steve Jobs creyó necesitar que alguien más les contara la historia de su vida a sus hijos. ¿Mi iPhone lo vale? No, para nada. Pero, como dije, no fué mi elección. No habría sabido el verdadero costo de mi iPhone de no haber leído sobre ello. Pero, ahora podemos saber las decisiones que Dios espera que tomemos. Nuestros hijos no deberían leer un libro para conocer quienes somos. Nuestros matrimonios no deberían sufrir o fracasar porque pensamos que hay algo más importante.
No, no puedo devolver mi iPhone para que los hijos de Steve Jobs puedan conocer a su papá. Tampoco tú puedes. Pero lo que sí podemos hacer es no darlo todo por sentado y hacer lo mejor con las oportunidades que Dios nos da. Podemos tomarnos el tiempo para hablar con nuestras esposas, esposos e hijos. Podemos ser fieles para decirles a otros las buenas noticias que cambian vidas sobre Jesús. Hay una triste ironía en fácilmente recomendar un nuevo producto tecnológico, como un iPhone, a alguien a quien escasamente conocemos, y dudar de hablar sobre aquel quien, realmente, puede cambiar vidas para mejor. Quizá hablando a otros sobre la maravillosa persona de Jesucristo, algunos hijos puedan, de verdad, acercarse a conocer a su Padre.
Tomado y traducido de:aquí.
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