Hoy en día nos preocupamos por cosas que la palabra nos dice no deberíamos tener como afán nuestro de cada día (Mateo 6:25-34). Y aún, tal y como en los tiempos en que Nuestro Señor caminó entre los hombres, hemos agregado, cual fariseos, otros ítems a la lista de preocupaciones.
El citado pasaje de la palabra nos permite ver dos aspectos básicos por los cuales nos hemos preocupado desde los tiempos en que Adán cayó: comida, y vestido; más, como hemos tenido bastante tiempo, y hombres con ganas de hacer interpretaciones personales de un libro que no las admite, le hemos agregado suficientes adornos para hacer de esas preocupaciones súper-preocupaciones.
El citado pasaje de la palabra nos permite ver dos aspectos básicos por los cuales nos hemos preocupado desde los tiempos en que Adán cayó: comida, y vestido; más, como hemos tenido bastante tiempo, y hombres con ganas de hacer interpretaciones personales de un libro que no las admite, le hemos agregado suficientes adornos para hacer de esas preocupaciones súper-preocupaciones.
Nos gusta pensar que Dios lo tiene todo bajo control, que El está al tanto de nuestra vida y cuida de nosotros... pero al momento de la verdad es sólo eso, un pensamiento, porque desde el momento en el que ponemos un pie sobre el frío piso de nuestra habitación, comienza una cruenta y feroz matanza de neuronas pensando: ¿qué vestiré? y ¿qué comeré?, pero como ya lo mencioné antes, estas son preocupaciones que desde siempre hemos tenido como legado del pecado, y aunque Jesús nos dice que no debemos preocuparnos por esto, aún siguen presentes, como talladas a fuego en nuestra mente.
Sumado a esto, hoy en día nos hemos vuelto expertos en formar preocupaciones de otras tantas situaciones no nombradas por Jesús, sí, por nuestros miedos y falta de confianza en El: el tráfico, el trabajo, el tiempo... el dinero, etc. Si nos fijamos bien hay poco que podamos hacer para mejorar el tráfico, sí, podemos hacer mejor nuestro trabajo pero no podemos controlar el hecho de que haya una baja en la producción o una quiebra repentina de la compañía y nos despidan; el tiempo y el dinero son factores que preocupan por su escasez y al abundar preocupan más: si hay mucho tiempo libre, nos aburrimos, si hay mucho dinero, ¿cómo lo protejo?, y estas son unas preocupaciones o temores racionales, ni qué decir de aquellos irracionales como: las bacterias, el polvo, la luz... temor a sentir miedo, en fin, miedos: todos los que quieras, pero... y lo realmente importante en la vida: la familia, el amor, mis sueños... la salvación, propia o de mis seres queridos, eso no nos afana tanto como conseguir dinero, y se puede decir que es para darle algo mejor a la familia, pero al fin y al cabo nos sumimos en una búsqueda implacable en la consecución del dinero y sacrificamos los momentos y etapas importantes en la vida de nuestros seres amados.
No hay tanto afán por predicar o hablar de Jesús como por ascender en la escala social, no nos preocupa el hecho de que un primo lejano se pierda como el no poder salir de viaje el próximo puente, y los vecinos, ni pensarlo, son demasiado "mundanos" y nos han enseñado a no "contaminarnos" y que "la luz no tiene comunión con las tinieblas", miedos disfrazados de excusa.
La vida en Cristo es más que tener y alcanzar, es disfrutar y agradecer lo que tenemos, no es una apología al conformismo, como sí una invitación al disfrute y goce de las pequeñas cosas que sin ser tan notorias como quisieras, son al fin y al cabo las que nos brindan verdadera y memorable felicidad y por ello se convierten el lo verdaderamente importante.
Sumado a esto, hoy en día nos hemos vuelto expertos en formar preocupaciones de otras tantas situaciones no nombradas por Jesús, sí, por nuestros miedos y falta de confianza en El: el tráfico, el trabajo, el tiempo... el dinero, etc. Si nos fijamos bien hay poco que podamos hacer para mejorar el tráfico, sí, podemos hacer mejor nuestro trabajo pero no podemos controlar el hecho de que haya una baja en la producción o una quiebra repentina de la compañía y nos despidan; el tiempo y el dinero son factores que preocupan por su escasez y al abundar preocupan más: si hay mucho tiempo libre, nos aburrimos, si hay mucho dinero, ¿cómo lo protejo?, y estas son unas preocupaciones o temores racionales, ni qué decir de aquellos irracionales como: las bacterias, el polvo, la luz... temor a sentir miedo, en fin, miedos: todos los que quieras, pero... y lo realmente importante en la vida: la familia, el amor, mis sueños... la salvación, propia o de mis seres queridos, eso no nos afana tanto como conseguir dinero, y se puede decir que es para darle algo mejor a la familia, pero al fin y al cabo nos sumimos en una búsqueda implacable en la consecución del dinero y sacrificamos los momentos y etapas importantes en la vida de nuestros seres amados.
No hay tanto afán por predicar o hablar de Jesús como por ascender en la escala social, no nos preocupa el hecho de que un primo lejano se pierda como el no poder salir de viaje el próximo puente, y los vecinos, ni pensarlo, son demasiado "mundanos" y nos han enseñado a no "contaminarnos" y que "la luz no tiene comunión con las tinieblas", miedos disfrazados de excusa.
La vida en Cristo es más que tener y alcanzar, es disfrutar y agradecer lo que tenemos, no es una apología al conformismo, como sí una invitación al disfrute y goce de las pequeñas cosas que sin ser tan notorias como quisieras, son al fin y al cabo las que nos brindan verdadera y memorable felicidad y por ello se convierten el lo verdaderamente importante.
A este articulo de falto Eclesiastés cap 1-5 :)
ResponderEliminarGracias por la acotación.
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