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Los agentes del destino.

Sé que es el título de una película, pero no quiero hoy hacer una reseña o comentario sobre ella, mas bien usaré símiles que encontré en dicha producción.

¿Cuántas veces hemos pensado en la interacción existente entre el mundo espiritual, puntualmente el angelical, y  el plano terrenal?; Este mundo en el cual nos hallamos inmersos nosotros, sufre la intromisión, por así decirlo, de seres poderosos que pueden hacernos tomar decisiones basados en las premisas que, probablemente, ellos han implantado con antelación en nuestras mentes.

Desde pequeño he visto en televisión, en los dibujos animados, series y películas, una idea, que pienso yo, lejos está de ser una locura o mentira: los pequeños, ángel y demonio que se tranzan en una eterna lucha por dominar los actos de las personas; claro que no pienso y debe ser tal como lo muestran, que en últimas, siempre gana el bien, basta con ver a nuestro alrededor y observar la maldad rampante ahogando y destruyendo a nuestra sociedad para darse cuenta que es el mal quien lleva una amplia delantera. Pero, no todo es malo, hay hermosos momentos en los que el bien triunfa, aunque sean los más menospreciados por nosotros, porque por lo general no son notorios, no son de aplausos y gran algarabía: el dar las gracias, ser amable, ceder la silla, pedir disculpas o perdón, cumplir con tus obligaciones sin esperar una celebración, ayudar a alguien desconocido...ser bondadoso; todas estas situaciones son aquellas en las que nuestro "angelito" gana, pero suelen pasar desapercibidas, y siempre tenemos la tendencia a resaltar los aspectos negativos de nuestro día: el "madrazo" al chofer del bus, el pisotón, el empujón, el regaño, la mala cara... en fin, todas esas situaciones que hicieron de nuestro día, uno de los tantos malos.

El bien y el mal representados en ángeles y demonios, unos buscan nuestro bienestar, otros sólo nuestra destrucción, pero ¿y el libre albedrío?, este debe permanecer intacto, más el enemigo es astuto y conoce todas nuestras debilidades, así que se aprovechará de éstas para lograr que tomemos la mayor cantidad posible de malas decisiones, traer las terribles consecuencias y, finalmente, hacer pensar al hombre: ¡es culpa de Dios!; más, también está el "angelito", quien para el creyente no ha de ser otro sino nuestro amigo: el Espíritu Santo, y para los no creyentes, su conciencia ayudada por ángeles de verdad (mi humilde opinión), estos buscarán siempre hacer el bien, guiándonos a tomar decisiones basadas en la sabiduría de Dios, quien, a fin de cuentas, es el que mejor sabe y es lo adecuado o conveniente para nosotros.

Como dije el libre albedrío debe permanecer intacto, por eso tú y solamente tú, serás el único responsable de las consecuencias de todas las decisiones tomadas, siempre serás tú quien de su oído al "diablito" o al "angelito", tu te inclinarás por el placer y el deseo engañoso, o el placer y el deseo cumplido a cabalidad y en derecho, tú, únicamente tú eres el dueño de tu destino, y decides si lo escribes con tachones y errores o en limpio y con buena letra.



  

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