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Paciencia, paciencia...

Solemos estar apurados. En un mundo en el que todo avanza de manera rápida, en el que si no sigues el ritmo acelerado de la tecnología, la moda y el entretenimiento, puedes ser considerado "off-line" y el tener algo de paz o paciencia, el saber esperar, se convierten en algo comparable a artículos de lujo; se hace imperativo y necesario emprender una búsqueda de tales elementos.

Pero, ¿cómo adquirirlos?, ¿acaso se venden?, ¿dónde hallarlos?.

Lastimosamente (para algunos) no se venden y para adquirirlos es necesario renunciar a muchas cosas (actividades, trabajo, preocupaciones...dinero, etc.), pero ¿y en dónde?, bueno, esto depende de que corriente filosófica te encuentres siguiendo. Hoy en día puedes encontrar infinidad de variedades de filosofías que te prometen paz, tranquilidad, serenidad, una completa y realizada vida. Más ¿acaso es esto posible?, sinceramente dudo que se pueda tener una paz absoluta mientras estemos en esta tierra, aún si piensas o crees que al tener todo lo que quieres (posesiones, dinero, trabajo, familia, etc.) puedes dedicarte a tener paz y tranquilidad. Solo hay Uno en el que la hallaremos y es en Dios. Si alguna vez lees la Biblia, encontrarás que la paz es de Dios, es decir, aparte de El o fuera de El, al ser humano se le hará imposible hallarla y, también dice que, es una paz que sobrepasa todo entendimiento, por lo cual se nos hace difícil aceptar que aún en tiempos aciagos podamos disfrutar de ella. Un ejemplo, muy usado, de esta paz que sobrepasa todo entendimiento es el Apóstol Pablo, quien sufrió maltratos, vejaciones, humillaciones, y hasta torturas, más aún así sus palabras y mensajes reflejaban un espíritu apacible, tranquilo y lleno de calma, lleno de la paz que sólo Dios sabe dar.

No impacientarse suena siempre fácil de hacer, suena tan sencillo como: respirar hondo y calmar el pensamiento; pero, el hecho es que no lo hacemos así y menos cuando las cuentas nos persiguen, los problemas familiares no dan tregua y el trabajo nos estresa. Por eso es necesario buscar la paz en la fuente,, confiar en aquel que puede hacer de las cuentas por pagar, dinero en nuestras cuentas, quien puede transformar problemas en oportunidades y del trabajo estresante una fuente de bendición y aprendizaje continuo para nuestro ser.

Por eso cuando la impaciencia toque a tu puerta envía a tu fe a responder y que en sus labios siempre esté un verso como este: Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?.


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