Conocemos la devastación interna y externa de las adicciones y consiste en cosas como esta: primero tenemos la desintegración que ocurre en la adicción, porque conforme la adicción avanza, tú necesitas más y más de la sustancia adictiva para obtener menos y menos el placer, el empuje o la satisfacción, así que necesitas más y más de esta sustancia y haces lo que sea para poder obtenerla para después obtener menos y menos y menos de la satisfacción y eso lleva a la desintegración. Otra parte de la adicción es el aislamiento; tienes que mentir, tienes que defenderte y por supuesto siempre estas culpando a otras personas, y culpando a todo lo demás por los problemas y dices: Nadie me entiende, todos están en mi contra y por su puesto todo eso es parte de la negación. Hay desintegración, hay aislamiento, hay negación. La inhabilidad de ver lo que realmente está pasando, se deja cada vez más de estar en contacto con la realidad. Ah sí, ¿sabes?, de hecho probablemente todo el mundo dice: lo sé, por supuesto que se de primera mano o segunda mano o a lo mucho tercera mano la devastación de esa pobre gente que se vuelve adicta a alguna sustancia, ah pero espera, que tal si el Gigante de Hierro está en lo correcto. Ahora como la mayoría de ustedes no lucen de 10 años de edad, puede que no hayan visto la película ‘El Gigante de Hierro’ pero les sugiero que la vean porque tal vez sea la mejor película animada que he visto, amo esa película, y si ves la película hay una parte en la que el Gigante de Hierro dice: Las almas no mueren, las almas no pueden morir. Si tiene razón, y eso es lo que dice la Biblia, dice el alma después de la muerte continúa existiendo, tu conciencia personal sigue existiendo, Si el Gigante de Hierro tiene razón, y si Kierkegaard también tiene razón, en que cada persona religiosa o irreligiosa, moral o inmoral, es adicta, por así decirlo, asentando su misma identidad, su propio ser de algo que no es Dios que nunca podrá darte la satisfacción que esperas que te dé.
Si somos adictos, si todos lo somos, el en sentido último, y el alma existe por siempre, ¿qué significa?, C. S. Lewis lo resume y dice lo siguiente: “El cristianismo afirma que vamos a vivir para siempre y eso debe ser cierto o falso. Ahora hay un buen número de cosas por las cuales no valdría la pena preocuparse si sólo voy a vivir ochenta años más o menos, pero tengo mejores cosas de las cuales preocuparme si es que voy a seguir viviendo para siempre. Tal vez mi mal carácter o mis celos están empeorando de forma tan gradual que el aumento a lo largo de mi vida no será muy notable, pero podría ser un infierno absoluto en un millón de años. De hecho, si el Cristianismo es cierto, Infierno es precisamente el término técnico correcto para eso. El infierno comienza con un estado de ánimo gemebundo, siempre quejándose, siempre culpando a otros… pero tú sigues siendo distinto. Incluso puedes criticarlo en ti mismo y desear poder detenerlo. Pero puede llegar un día en el que ya no puedas hacerlo. Entonces no habrá nada de ti que quede para criticar el estado de ánimo o incluso para disfrutarlo, pero sólo la queja misma, yendo por siempre y para siempre como una máquina”.
Así que no es una cuestión en donde Dios nos ‘mande’ al infierno, en cada uno de nosotros hay algo creciendo, lo cual será un infierno, a menos que se corte de raíz.
Fuego, mira a la leña en el fuego, se está consumiendo. Una cosa es amar tu carrera pero si tú construyes tu identidad en torno a tu carrera, y algo malo pasa en tu carrera, no simplemente terminas herido y lastimado lo cual sería normal sino también es algo que te devastaría, pierdes tu valor, te sientes sin valor y con ganas de tirarte de un puente; desintegración. Está bien amar a alguien y querer ser amado, pero si construyes toda tu identidad en eso, y existe un problema en tu vida amorosa, no estarás solo lastimado y herido sino también devastado, te sentirás sin valor y querrás tirarte de un puente. ¡Tus cosas buenas te esclavizan!, empiezan a desintegrarte, empiezan a aislarte. Así que cuando algo se mete en tu camino, en lugar de solo tener miedo, te paralizas, en lugar de simplemente enojarte, te vuelves implacablemente amargado. En lugar de estar abatido, te empiezas a odiar a ti mismo indefinidamente… Este es el fuego, ¿no lo ves en ti mismo? ¿No ves lo que está pasando? y sobre todo la negación. C. S. Lewis constantemente dice que las puertas del infierno están cerradas por dentro. Esa es toda la idea detrás del infierno. Y cada vez más escuchas a la gente decir: “yo nunca… esto no es tan bueno”, así es como la gente metida en adicciones se siente: “Esto no es tan bueno pero no puedo imaginarme en otro lugar… y nadie me entiende, y no es tan malo como la gente dice, y yo puedo con esto…” ¡Ese es el infierno! Y ese es el infierno. Es el infierno y es el infierno. Si ese es el caso y creo que lo eso, entonces tenemos la confirmación aquí en este texto. Mira la locura, mira la conexión con la realidad, la caracterización del infierno. Los comentadores han notado por mucho tiempo que el hombre rico está asombrosamente cegado, en negación y buscando culpables, por ejemplo nota que a pesar de que Lázaro está en el cielo y él en el infierno, sigue dando órdenes a Lázaro, aun quiere que Lázaro baje y refresque su lengua, sigue esperando que sea su sirviente. Y nota otra cosa, él no ha pedido salir del infierno, está tratando que Lázaro entre al infierno. No pide salir. Y fuertemente insinúa, que Dios no le dio suficiente información. “Sabes, ve a ver a mis 5 hermanos y dales información” *pista-pista* “No me dieron información suficiente, nadie me entiende, yo no debería estar aquí, además, no es tan malo, realmente no quiero estar allá arriba haciendo lo que sea que ustedes hagan pero por favor podrían mandar a alguien aquí abajo para calmarme un poco”.
En resumen, el infierno solo es una identidad que se escoge libremente, basada en algo que no es Dios y que dura para siempre,. Desintegrándote, desintegrándote, rehusándote a admitir lo que es, esa es la razón por la cual la idea que podrías tener en la mente, que la gente pone en tu cabeza; que Dios es un Dios que arroja a la gente al infierno mientras estos gritan: “!por favor no, déjame salir!” y Dios diciendo: “No! ya es muy tarde ahora, te toca el infierno.” C. S. Lewis lo pone de este modo: “A la larga, la respuesta a todos aquellos que se oponen a la doctrina del infierno es en sí misma una pregunta: ‘¿Qué le estás pidiendo a Dios que haga?’ ¿borrar pecados pasados y, a toda costa, darles un nuevo comienzo? Lo hizo, en el Calvario. ¿Perdonarlos? Pero no piden ser perdonados. ¿Dejarlos solos?”. Eso es el infierno.
Al final solo hay dos tipos de personas; Esos que dicen a Dios: “Que sea tu voluntad”, y aquellos a los que al final Dios les dice; “Que sea tu voluntad”. Todos los que van al infierno, lo eligen. Sin esa elección propia, no sería un infierno.
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