
"Aunque pueda sorprender -pues de ordinario se obvia tal extremo- el paradigma materialista presenta lagunas para adaptar su teoría de la realidad a la Física de frontera, al origen del mundo y al origen de la vida: la cosmovisión materialista cruje. En el último tercio del siglo XX se ha generado tanto conocimiento científico como en toda la anterior historia de la humanidad. El resultado de tal explosión del conocimiento ha sembrado el estupor, el desconcierto y el asombro. Estupor, ante la complejidad detectada en la subestructura de la vida: tal que el conocimiento detallado de la maquinaria celular -de los cloroplastos, mitocondrias, ribosomas, etc.- obliga a considerar la vida como la consecuencia de la actividad de nanomáquinas capaces de domesticar el comportamiento al azar de las moléculas y la tendencia al desorden de la energía; capaces de ordenar la materia y construir y mantener complejidad siguiendo las instrucciones de un programa de fabricación codificado sobre su propia estructura; la vida se presenta así como la consecuencia de la acción sobre el medio de máquinas -extraordinarias y complejísimas nanomáquinas del todo fuera aún del alcance de nuestra tecnología- construidas y gestionadas por un código (una información, un imaginario), arcaico y arcano: el ADN.
No existe hoy duda de que la complejidad de la maquinaria de los organismos vivos más primitivos -pero en absoluto rudimentarios- era ya extraordinaria. Las tecnologías básicas de la vida utilizadas hoy, se hallaban ya presentes en las algas verdiazules de hace tres mil ochocientos millones de años (1). En otros términos, la vida desde su principio funcionó con prácticamente los mismos diseños -las mismas complejísimas nanomáquinas- que los seres vivos de hoy.
De ordinario, la complejidad se ha asociado al proceso de la Evolución. Pero la complejidad de la subestructura de la vida -la de las nanomáquinas- resulta del todo previa a la complejidad morfológica inducida por la evolución darwiniana. La complejidad subestructural -bioquímica- presente antes de la explosión precámbrica, no es debidamente explicada por la evolución darwiniana (2). La complejidad detectada en las más arcaicas nanomáquinas parecería antes bien causa de la Evolución que consecuencia de ella: una afirmación que desafiaría toda la ortodoxia.

Pero no solo la evidencia de la práctica imposibilidad de que, en un tiempo finito, la materia haya generado espontáneamente vida por azar, resquiebra la solidez del Paradigma. El avance científico ha sembrado el desconcierto, ante el descubrimiento de que vida y consciencia solo son posibles en el cosmos merced a la existencia de un ajuste insólito en el valor cuantitativo de las constantes físicas fundamentales del Universo que parece depender de una también insólita -por improbable- estructura de las dimensiones ocultas del espacio-tiempo. Es más, el valor de las constantes fundamentales -y las de desde ellas derivadas- parece sintonizado; resulta justo el necesario para que sea posible la presencia de espectadores en el propio Universo; en suma, para que la Física haga posible la vida y, consecuentemente, la consciencia. Desviaciones de mucho menos de un orden, a veces de menos de un uno por ciento, en el valor de las constantes fundamentales (3) (en un rango de valores que abarca cuarenta potencias de diez) imposibilitarían la vida. El Universo es antrópico y el paradigma materialista no explica el porqué es así, cuando la probabilidad de que así sea debido al azar es poco asumible. El Principio Antrópico de Brandon Carter, nacido de la ciencia y del método científico, da un enfoque radicalmente nuevo a los paradigmas de la Cosmología y la Física que entran con él, hoy, en crisis. Implica y sostiene que existe en el Universo un finísimo ajuste de las leyes y las constantes fundamentales de la Física para que la vida -un fenómeno absolutamente improbable- sea posible. Dice el Principio Antrópico (predice y acierta) que el valor cuantitativo de cualquier constante de la naturaleza debe ser compatible con la aparición de la vida y la consciencia. En definitiva, en la versión fuerte del Principio, ni la vida ni la consciencia serían un accidente, sino, antes bien, un objetivo, o cuando menos, un imperativo del Universo y no una contingencia casual.

Uno empieza a sospechar que, de hecho, al materialismo se le ha muerto la materia".
***
1. Por ejemplo, los mecanismos de transporte de energía vía ATP -la nanomáquina ATP -sintasa-, o la nanomaquinaria fotosintética (síntesis de NADH): los complejísimos mecanismos básicos de la obtención y transporte de energía para hacer posible la vida.
2. Ni obviamente Darwin lo pretendió jamás. La Teoría de la Evolución es lo que es: una excelente forma de explicar algunos de los mecanismos que promueven la complexificación de la vida y la transformación y supervivencia de las especies.
3. Las constantes fundamentales son la velocidad de la luz, (c), la constante de Planck (h), la constante de gravitación de Newton (G) y la carga del electrón; las constantes de estructura fina derivan de ellas.
Josep-Alfonso Canicio
Ingeniero químico
Doctor en química
Profesor asociado de Química Industrial del Instituto Químico de Sarriá (IQS)
Extractos de "La estructura de Dios", 2008, Editorial Club Universitario
ISBN: 9788484546238
Tomado de: aquí
No hay comentarios:
Publicar un comentario