Regularmente los escépticos (por no decir ateos o agnósticos), argumentan que el Dios Cristiano ha creado el mal o incluso antes de afirmar esto se quejan de que Dios permita el mal, (esto para mi es raro dado que, siendo en su mayoría ateos auto declarados, tienen un sentido moral súper desarrollado que les permite detectar el mal objetivamente. Curioso ¿no? lo último que se esperaría de un ateo es que se queje del mal, sea moral o natural. En fin, dejemos este tema para otra entrada).
Justifican su postura partiendo principalmente de tres textos bíblicos:
- Isaías 45:7: “Que formo la luz, y creo las tinieblas; que hago la paz y que creo el mal. Yos oy el SEÑOR, que hago todo esto”.
- Amós 3:6: “¿Se tocará la trompeta en la ciudad, y no se alborotará el pueblo? ¿Habrá algún mal en la ciudad, el cual Jehová no haya hecho?”.
- Lamentaciones 3:38: “¿No salen de la boca del Altísimo tanto el mal como el bien?”.
Como observación, tuve que buscar las traducciones de los textos de Isaías y Amós en donde literalmente se usara la palabra ‘mal’ dado que las traducciones más recientes no tienen esa palabra sino ‘calamidades’ o ‘calamidad’, esto lo explicaré más abajo, pero de entrada estaría bien que nos consiguiéramos una Biblia actualizada o en su defecto conozcamos la diversidad de formas legítimas en las que se puede traducir una palabra desde los idiomas antiguos. Una buena herramienta es la página Biblia Paralela, la recomiendo mucho, debido a que ahí pueden comparar un mismo texto con sus diferentes traducciones o incluso palabra por palabra con el idioma original, si pueden échenle un vistazo a esa página.
Esta objeción viene desde Norteamérica en donde es famosa la versión King James de la Biblia, la cual usa inglés antiguo y, bueno, sabemos que los idiomas evolucionan y también el significado de las palabras. La versión KJ de la Biblia anda cerca de los 400 años de antigüedad.
Primero, ¿es el mal creado?, ¿en qué sentido? Tenemos que preguntar. El mal no es una cosa u objeto que se cree así como se crearon, por ejemplo las cosas físicas (¡ojo!, aquí estamos asumiendo que Dios ha creado y que existe, puesto que nuestros escépticos están también asumiendo que el mal ha sido creado por Dios). Dios no ha creado el mal, lo que ha creado son creaturas con libre albedrío; sin la posibilidad del mal moral no habría libre albedrío, es necesario que exista el mal en un mundo posible en donde existe el libre albedrío y no puede ser diferente. Esto ha sido discutido por C. S. Lewis y Alvin Plantinga en otras ocasiones, claro que este tema traerá sus propias cuestiones pero tratemos de no desviarnos por ahora y anotémoslo en nuestra lista de entradas pendientes.
Regresando a las citas bíblicas, veamos lo que nos dicen traducciones no tan antiguas:
Isaías 45:7: “el que forma la luz y crea las tinieblas, el que causa bienestar y crea calamidades, yo soy el SEÑOR, el que hace todo esto.”
En primer lugar, la palabra hebrea para el mal, ‘Râ‛âh’, se utiliza de muchas formas diferentes en la Biblia. En la Biblia KJV se encuentra 663 veces. 431 veces se traduce como ‘mal’. Las otras 232 veces se traduce como malvados, mal, dolor, daño, malestar, pena, disgusto, adversidad, aflicción, angustia, calamidad, grave, miseria y problemas. Así podemos ver que la palabra no requiere que se traduzca necesariamente como ‘mal’. Por esta razón diferentes Biblias traducen este versículo de manera diferente.
Isaías 45:7. Isaías contrasta términos. Luz es lo contrario de las tinieblas. Sin embargo, el mal no es lo contrario de la paz. La palabra hebrea traducida como ‘paz’ o ‘bienestar’ es ‘Shâlôm’, y tiene muchos significados también, en su mayoría relacionados con el bienestar de los individuos. ‘Râ‛âh’, la palabra hebrea traducida como ‘mal’ en la KJV, a menudo se refiere a la adversidad o calamidad. Obviamente, ‘calamidad’ es un mejor antónimo de ‘bienestar’ que ‘mal’. En segundo lugar, el contexto Isaías 45:5-7 está hablando de fenómenos naturales: Yo soy el SEÑOR, y no hay ningún otro; fuera de mí no hay Dios. Yo te ceñiré, aunque no me has conocido para que se sepa que desde el nacimiento del sol hasta donde se pone, no hay ninguno fuera de mí. Yo soy el SEÑOR, y no hay otro; el que forma la luz y crea las tinieblas, el que causa bienestar y crea calamidades, yo soy el SEÑOR, el que hace todo esto. Observa que el contexto del versículo nos dice quién es Dios, que es Dios quien habla de fenómenos naturales (sol, luz, oscuridad), y Dios es el que es capaz de causar bienestar, así como calamidad. Contextualmente, este versículo trata de los desastres naturales y cuestiones sobre la comodidad de los humanos. No está hablando del mal moral; sino de la calamidad, la angustia, etc. ,
Amós 3:6: “Si se toca la trompeta en la ciudad, ¿no temblará el pueblo? Si sucede una calamidad en la ciudad, ¿no la ha causado el SEÑOR?”.
Del mismo modo, Amós 3:6 usa la misma palabra, ‘Râ‛âh’, refiriéndose a la calamidad o desastre. El contexto (un desastre sucede a una ciudad) no hace referencia al mal moral. Podemos ver que el Señor está involucrado en calamidades y problemas en el reino terrenal. Éxodo 4:11 habla de la fragilidad humana y Amós 3:6 habla de los problemas en una ciudad. No es un mal moral que Dios trae, sino calamidad y angustia a la gente. Claro que se puede cuestionar el por qué Dios hace eso a la gente del pueblo, pero ese es otro tema que no trataremos aquí y que tiene que ver con los sucesos dentro de esa narrativa.
Lamentaciones 3:38: “¿No salen de la boca del Altísimo tanto el mal como el bien?”.
La versión King James y Reina Valera de Lamentaciones 3:38 parece sugerir que Dios habla el mal y el bien o lo malo y lo bueno. Sin embargo, si uno lee el versículo en su contexto, los versículos anteriores indican que Dios no hace ni aprueba el mal: Porque Él no castiga por gusto, ni aflige a los hijos de los hombres. Aplastar bajo los pies a todos los prisioneros de un país, privar del derecho a un hombre en presencia del Altísimo, defraudar a un hombre en su litigio: estas cosas no aprueba el Señor. Lamentaciones 3:33-36
El siguiente versículo indica que la gente no debería quejarse en vista de sus pecados:
¿Por qué ha de quejarse el ser viviente? ¡Sea valiente frente a sus pecados!.
-Lamentaciones 3:39
Lo que el versículo realmente está diciendo es que Dios decreta tiempos de cosas buenas y tiempos de juicio. Lamentaciones fue escrito por Jeremías durante un tiempo de juicio, cuando Judá se había marchado al exilio. Jeremías fue elegido por Dios para ser el profeta encargado de advertir al reino de Judá que tenía que reformarse o sería juzgado. El pueblo no creyó en Jeremías, y, por lo tanto, cayó bajo el juicio de Dios. En Lamentaciones 3:38, la palabra traducida como ‘bien’ es ‘Tôb’. La palabra generalmente se refiere a las cosas buenas en oposición a las cosas malas. Una vez más, ‘Râ’âh’ no se refiere al mal moral, sino a calamidades en este versículo. Del mismo modo, los comentarios bíblicos indican que el versículo se refiere al juicio de Dios sobre los pecados de la gente.
¿Cuál es la conclusión?
Dios no es el autor del mal. Sin embargo, Dios recompensa y castiga en base a nuestro comportamiento, sea bueno o malo. Por lo tanto, Dios trae juicio y calamidad (ya sea directamente o a través de las autoridades humanas) sobre aquellos que se rebelan. Dios finalmente juzgará a todas las personas expresando sobre ese juicio su perfecto sentido de justicia.
La Biblia enseña que Dios es puro y no aprueba el mal, la palabra ‘Râ’âh’, mal en hebreo, puede significar muchas cosas, y contextualmente los versículos están hablando de calamidad y angustia. Por lo tanto, Dios no creó el mal en el sentido moral, aunque sí trae calamidad según su juicio sobre aquellas personas que así lo merezcan.